El origen de Satanás, desvelado...
La noche del 31 de octubre se vive una de las fiestas más
famosas de la cultura occidental, Halloween, que tiene como tradición
disfrazarse de las criaturas más célebres del género de terror.
Esta popular fiesta de la víspera del Día de Todos los Santos tiene sus raíces en el antiguo festival celta conocido como Samhain (pronunciado "sow-in"), que significa "fin del verano". Se trata del año nuevo celta, que coincide con el solsticio de otoño.
Durante esta noche mágica, se creía, los muertos caminaban
entre los vivos, aunque no de una manera siniestra, sino festiva. De hecho, se
llevaban a cabo fiestas y ritos sagrados que incluían la comunicación con los
muertos. Una de las costumbres más famosas era colocar una vela en la ventana
de las viviendas, para que los muertos encontrasen su camino.
La muerte supone para la mente humana una reacción natural
de terror, debido al instinto de supervivencia. No obstante, el miedo, que
viene acompañada de altas dosis de adrenalina en el cuerpo, se asocia con una
experiencia muy potente, y una fuerte sensación de la que muchas personas
disfrutan.
De ahí viene la costumbre de recrear a las criaturas más
terroríficas, asociadas con la muerte, cuando llega el 31 de octubre.
Cada vez los aficionados a esta fiesta se esfuerzan más y
más para lograr disfraces lo más realistas posibles y atemorizar a los que le
rodean, siempre desde con el objetivo de pasar un buen rato y vivir en compañía
estas fuertes emociones, tan humanas.
Satanás
El enemigo del Dios cristiano data de las escrituras de la
Biblia, y es la figura que encarna el mal por excelencia. Pero la dualidad
bien/mal no aparece en las antiguas escrituras hebreas, sino que es un concepto
posterior del cristianismo.
Aunque se le suele representar con el aspecto de un carnero,
con cuernos y cola, en las primeras referencias del demonio se le representa de
múltiples formas, lo que indica que no tenía un aspecto definido.
En el imaginario del terror, Satanás es la actual
representación fruto de generaciones de artistas y escritores, que fueron
reinventando su imagen a lo largo del tiempo basándose en los pocos datos que
aporta la Biblia sobre su aspecto.
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