El Fantasma Del Ascensor
Sally había recibido un ultimátum de su profesor, o
entregaba esa misma noche el trabajo que llevaba días posponiendo o suspendería
su asignatura. Algo horrible y extraño le sucedió esa noche en el campus de la universidad
Su profesor tenía en especial estima a Sally pues había demostrado sus grandes dotes e inteligencia en el primer ciclo del curso, por este motivo decidió darle una segunda oportunidad para entregar, o mejor dicho repetir completamente, su trabajo de fin de curso.
Eran las tres de la madrugada y tras hacer el último repaso
a un trabajo del que estaba realmente orgullosa salió corriendo por el campus
para entregarlo antes de irse a tomar un merecido descanso. Al llegar al despacho del director introdujo por debajo de la puerta su trabajo, con la esperanza de que su profesor lo encontrara a la
mañana siguiente y le cambiara su calificación, permitiéndola avanzar a un
nuevo curso. El camino de regreso al ascensor la mantenía medio paranoica,
estaba muerta de miedo mientras caminaba por unos pasillos en los que no había
ni un alma.
Justo cuando estaba a pocos metros del ascensor apareció la
figura de un hombre que salió de una de las puertas del pasillo de enfrente. El
hombre con la cara totalmente desencajada avanzaba con un brazo sobre su pecho
y otro extendido hacia ella, sus ojos abiertos como platos y una mueca atroz
provocaron en Sally tanto miedo que ésta corrió hacia el ascensor y empezó a
aporrear los botones como si con este gesto pudiera acelerar la llegada del
elevador. Cuando parecía que el hombre la iba a alcanzar y Sally estaba a punto
de salir corriendo en dirección contraria (un camino que bien sabía no la
llevaría a ningún lado pues no tenía salida) sonó el timbre del ascensor.
De un salto se introdujo en su interior y marcó la planta
baja mientras aporreaba el botón que cerraba las puertas, como si de una
película de acción se tratase el ascensor se cerró medio segundo antes de que
el hombre pudiera sujetar sus puertas y Sally escuchó como golpeaba débilmente
el metal que se había cerrado frente a él. Pudo llegar corriendo hasta su habitación donde por cansancio entro en un profundo sueño.
Al día siguiente
Sally despertó de mejor humor, recordaba el
suceso de la noche anterior pero no le quiso dar mayor importancia. Camino hacia el despacho del profesor, en el campus pudo observar un tumulto de
gente que se agolpaba junto al edificio Napier, en el que había sufrido el
incidente la noche anterior. Al llegar a la zona vio un par de coches patrulla
de la policía, una furgoneta y una ambulancia que parecía empezar a abandonar
el lugar.
Uno de los amigos de Sally le explicó lo sucedido:
– Parece que esta noche ha muerto el conserje del edificio,
el hombre ha sufrido un ataque al corazón y como no había nadie para ayudarle
ha muerto mientras trataba de subir al ascensor. Una señora de la limpieza casi
se muere del susto cuando al abrir las puertas de la sexta planta su cadáver se
ha desplomado a sus pies. Parece que intentó subirse pero este nunca llegó a
tiempo y murió apoyado en sus puertas.
Sally se quedó muda, inmediatamente comprendió que aquel
hombre que la había asustado la noche anterior no hacía más que pedirle ayuda.
Con su último aliento trataba de llegar a ella para que le ayudara, pero ella
en su ataque de pánico le había cerrado las puertas en sus narices acabando de
esta forma con su única posibilidad de sobrevivir. Estaba asustada y pensativa
cuando sintió una mano sobre su hombro.
– Buenos días Sally – dijo su profesor – Espero que no
vengas a entregarme el trabajo a estas horas, te dejé bien claro que anoche se
cerraba el plazo.
– Buenos días, disculpe que no le hubiera visto, anoche
introduje bajo su puerta el trabajo y precisamente venía ahora pare preguntarle
que le había parecido.
– ¿Por la noche? ¿Y no viste nada raro? Al parecer han
encontrado al conserje muerto en la misma planta en la que está mi despacho.
– La verdad es que cuando yo fui todo estaba vacío y no vi a
nadie – dijo Sally con una fingida sonrisa.
– Bueno parece que esta mañana nadie va a poder entrar en
las instalaciones, por lo menos hasta que levanten el cadáver, así que si te
parece bien podemos quedar esta tarde a partir de las siete en mi despacho para
revisar tu trabajo. Antes, me temo que me será imposible, este triste incidente
me ha retrasado mucho en mis obligaciones.
Algunas horas después...
Faltaban escasos minutos para la cita que tenía con su
profesor y Sally se encontraba frente al edificio, los recuerdos nuevamente se
agolparon en su mente, más cuando las puertas del ascensor se abrieron frente a
ella. Espero un par de minutos deseando que alguien más tuviera que tomar su
mismo camino para subir acompañada, pero el edificio nuevamente estaba vacío.
Presionó el botón de la sexta planta y observó como se cerraban las puertas, un
movimiento familiar que le hizo revivir suceso de la noche anterior.
Instantes después de comenzar a moverse el ascensor, Sally
sintió un escalofrío recorrer su espalda, súbitamente su respiración pareció
convertirse en humo, como cuando el aliento es exhalado en una fría noche de
invierno. Trató de apoyar su espalda en la pared pero le temblaban tanto las
piernas que no podía moverse y entonces lo vio…
Reflejado en el metal de la puerta una silueta de hombre
parecía acercarse detrás de ella, temblando comenzó a girar la cabeza y por el
rabillo del ojo pudo ver una sombra. Justo en ese momento el ascensor se detuvo
súbitamente y las luces se apagaron. Sally sintió tanto miedo que no aguantó la
presión y se desmayó.
Minutos después una voz conocida la despertó, era un
compañero de la universidad que la encontró tumbada en el suelo del ascensor.
La ayudó a salir del edificio y la llevó a enfermería donde le diagnosticaron
un fuerte estado de shock. Sally nunca más volvería a ser la misma, se volvió
retraída y pensativa, abandonó los estudios pues no soportaba la idea de seguir
en el campus. Pero nunca reveló su culpa en lo sucedido.
Dicen que desde entonces ese ascensor tiene un
comportamiento extraño, sus botones parecen no responder correctamente y es
común que los que suben en él por la noche acaben en la sexta planta aunque no
fuera ese su destino. Muchos otros han relatado como sentían descender la
temperatura rápidamente o como han visto fugazmente por el rabillo del ojo una
sombra que nunca estaba cuando se giraban a ver que sucedía.
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